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martes, 1 de diciembre de 2015

EL SIGNIFICADO DE LA MUERTE Y LA MISIÓN DEL FILÓSOFO EN PLATÓN


En el Fedón o del alma se trabaja acerca del tema de la muerte, una muerte cuya primera definición es la separación del alma y del cuerpo, pero va a ir más allá de esta definición tan general. Se puede notar que el concepto que Platón posee de la muerte es un concepto bueno, algo que para la mayoría de los hombres no lo es.
Pero, ¿en qué consiste ese buen y bello significado de la muerte que Platón manifiesta? Consiste en “trabajar toda la vida en adquirir la virtud y la sabiduría, porque el precio es magnífico y la esperanza grande” (Platón, 1998, pág. 429). Al cumplir esta meta, estar muerto será el mejor premio y la esperanza es reunirse con hombres justos.
Sin embargo, ¿Cómo llega Platón a dicha definición? Pues para llegar a esta conclusión es necesario, primero que todo, despejar algunas dudas, las cuales son:
1. ¿Cómo es que no se permite atentar contra la propia vida, pero sí el filósofo debe seguir a cualquiera que muera? En primer lugar, el vivir es para todos los hombres una necesidad absoluta e invariable. Sócrates plantea un ejemplo para explicar su postura (Platón, 1998, pág. 390) cuya conclusión es “los dioses tienen cuidado de nosotros y los hombres pertenecen a los dioses. Por ende Dios debe enviarnos una orden para morir” (Platón, 1998, pág. 390).
2. ¿Por qué razón los filósofos trabajan toda su vida para prepararse para la muerte? Hay que partir del punto de que, como ya se dijo antes, la muerte es algo y ese algo es la separación del alma del cuerpo; y el filósofo debe tener cuidado con el alma y no con el cuerpo y por ende, lo que más quiere en esta vida “es alejarse de los placeres del cuerpo” (Platón, 1998, pág. 392),. Por eso, lo propio del filósofo es desprender su alma del comercio del cuerpo.
Es de esta forma como se llega a la idea de que el alma debe tener todo el cuidado necesario del sabio, pero ¿qué busca el alma? El alma busca la verdad y es capaz de encontrarla cuando no se deja engañar del cuerpo; el cuerpo la engaña por medio de los sentidos y la conduce hacia el error. Para que el alma descubra la verdad necesita de la razón, y la mejor forma de razonar es cuando no se utilizan los sentidos. Es por eso que cuando se habla de la justicia, lo bello y/o lo bueno no se ve nunca.
Así, sólo por la razón, que tranquiliza el alma. Se conoce la esencia de las cosas. Mas ¿por qué hay que tranquilizar el alma? Se conocen los objetos cuando se dejan a un lado los sentidos, que pertenecen al cuerpo, que lo único que hace es turbar el alma e impide que encuentre la verdad. Mientras el alma esté sujetada a la corrupción del cuerpo, el filósofo no podrá alcanzar su mayor dese, el cual es la verdad.
Empero, ¿por qué el cuerpo no nos lleva a la sabiduría? El cuerpo posee unas necesidades y unas pasiones que hacen que surjan las guerras, las seducciones y los combates (Platón, 1998). Esto hace que no se pueda filosofar, es por eso que si se quiere saber verdaderamente alguna cosa, es preciso que el alma abandone el cuerpo y que ella, por sí sola, examine los objetos que quiere conocer. Por consiguiente, hasta que el alma sea libre de esta carga, que es el cuerpo, no se llegará a la verdad.
No obstante, ¿en qué consiste la verdad? Consiste en “conocer… la esencia pura de las cosas, y para alcanzar esa pureza se debe ser puro” (Platón, 1998, pág. 401). Es en esto, lo expuesto anteriormente, que consiste el significado de la muerte y la misión del filósofo.
Entonces, el verdadero filósofo es aquel que sabe y confía que la sabiduría pura se encuentra después de morir (cuando se separe el alma del cuerpo).el filósofo ama su alma, y al amarla adquiere la virtud de la templanza, la cual consiste en no ser esclavo de sus deseos, sino en hacerse superior a ellos y en vivir con moderación (Platón, 1998). Pero, la virtud no es verdadera sino con la sabiduría.
Dicha afirmación trae como consecuencia que la verdadera virtud es la purificación de todas las pasiones. Lastimosamente aunque el sabio comparta esto, la gente no lo escucha ni lo entiende.
Para terminar, la concepción de muerte, unida con la sabiduría, el conocimiento, la purificación del alma y la virtud, le brinda una esperanza al hombre común, que piensa que al morir el cuerpo, el alma desaparece. Sin embargo, existen ciertos puntos de dicha teoría que deben ser explicados con argumentos sólidos. La vida y la muerte son contrarios, pero una nace de la otra y posee una operación intermedia que hace posible el paso de una a la otra: “al nacer se muere y al morir se vive, los vivos nacen de los muertos y los muertos de los vivos” (Platón, 1998), es decir, revivir.
Por ende, “las almas de los muertos existen en alguna parte de donde vuelven a la vida” (Platón, 1998, pág. 418). Al afirmar esto, cabe la posibilidad de que el conocimiento sea una reminiscencia[1], hemos aprendido de otro tiempo y las hemos recordado, por eso nuestra alma es inmortal.
En fin, se debe recurrir a la razón para buscar en ella la verdad de todas las cosas. El objeto es bello por la presencia o comunicación con la belleza primitiva. Es de esta manera que se afirma que las cosas bellas son bellas a causa de la presencia de lo bello. Por eso, el alma hace que el cuerpo esté vivo, el alma lleva consigo la vida, lo contrario a la vida es la muerte y el alma es inmortal. Cuando la muerte llega al hombre, lo que hay en él de mortal (el cuerpo) muere; y lo que hay de inmortal (alma) en él se retira, cediéndole su puesto a la muerte (Reale & Antíceri, 2008).
Es por eso que se termina con la frase que se empezó este escrito: “se debe trabajar toda la vida en adquirir la virtud y la sabiduría, porque el precio es magnífico y la esperanza grande” (Platón, 1998, pág. 429).

Por: Andrés Ricardo Díaz Abril
Lic. en Filosofía e Historia
U. G. C.

Bibliografía

Grondin, J. (2004). Introducción a la Metafísica (cuarta ed.). Barcelona: Herder.
Platón. (1998). Dialogos: Fedón o del Alma. México D. F.: Porrúa.
Reale, G., & Antíceri, D. (2008). Historia de la Filosofía Tomo I. Bogotá D. C.: Paulinas - UPN.




[1]  En el diálogo "Fedón", y con ocasión del estudio de la virtud, Platón presenta la teoría de la reminiscencia ―o anamnesia―. Esta teoría se resume en la idea de que conocer es recordar. Seguramente Platón no defendía este punto de vista respecto de los conocimientos particulares como los relativos a hechos concretos (por ejemplo, el conocimiento perceptivo del tipo "mi mesa es negra") sino respecto de los conocimientos estrictos dotados de universalidad y necesidad, conocimientos como los matemáticos y los que pueda descubrir la dialéctica.

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