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domingo, 24 de noviembre de 2013

San Agustín. El Cristianismo como Filosofía

Para empezar, hay que aclarar que Agustín luchó toda su vida por  encontrar un mundo de certeza y de seguridad interior, comprender esa revelación que él proclamaba como la fuente de salvación del hombre, donde la une con la filosofía, para así alcanzar la verdad, la felicidad, en eso consiste su postura filosófica: el deseo de alcanzar la verdad.

Así, pone como iguales a la verdad y la sabiduría para obtener el sumo bien, la felicidad. Pone la felicidad como el fin último de todo hombre; la felicidad es “aquello por lo que el hombre es filósofo y religioso”, ya que esa búsqueda de la felicidad es en lo único que estas dos coinciden porque es su única causa.

Hubo un momento en que Agustín comenzó a prestar atención a las doctrinas escépticas, esto es llamado la duda agustiniana, pero no duró mucho tiempo ya que quiere mostrar que la verdad existe encontrar la forma de encontrarla. Esta etapa de la vida de este filósofo es muy importante, porque demuestra como de la duda puede aparecer la certeza, gracias a la razón humana que es capaz de encontrar solución a los problemas humanos; aunque, hay cosas de las cuales no se puede dudar, es en esta idea en donde se detecta la limitación de la razón humana.

La filosofía de Agustín es influenciada por Platón, es ahí donde él afirma que el hombre debe alcanzar las verdades inteligibles y la única forma de poderlas alcanzar es que el hombre sea iluminado. Con esto, descubre el mundo de la interioridad humana, con el mundo de la verdad permanente; es en el interior de nuestra alma donde encontramos la verdad y descubrimos a Dios, que es el fundamento último de la verdad.

Gracias a lo planteado anteriormente, que se empieza a ver en él un conocimiento guiado por la fe y la razón. La fe es iluminadora y la recompensa que le da al pensamiento es el conocimiento; la inteligencia, es el camino necesario para llegar a la sabiduría, porque el camino de la razón no es suficiente. Fe y razón se funden formando un solo camino: el camino de la verdad (sabiduría y felicidad); ve el cristianismo como la filosofía que le va a ayudar encontrar la verdad, encontrando a Dios.

Sin embargo, todavía Agustín no ha encontrado la verdad, quiere ahora dar a conocer que la forma de saber que el hombre existe es por medio de la duda, si se duda es porque se existe, el que duda vive, recuerda, conoce, quiere, gracias a la duda el hombre da certeza de lo que piensa. Pero, hay que salir de esa duda, hay que buscar la verdad, es la que trasciende el alma, supera la razón, LA VERDAD ES Dios, ya que están en la mente de Dios.
Luego, surge la teoría de la luz, que consiste en la justificación de la posibilidad del conocimiento racional e intelectual, basado en la mente de Dios en la mente humana.  Se debe conocer el alma. Para conocerse a sí mismo, conocer a Dios y al mundo. Es en esto en donde surge una pregunta: ¿qué es el hombre? Es una unidad indisoluble entre el cuerpo y el alma, esto se da mientras el alma sea la que vivifique y maneje el cuerpo, para que conozca la belleza, la armonía y  el orden que recibe de Dios.

A este conocimiento del alma, se desliga un tema muy importante, el cual es el del mal, que San Agustín lo define como la privación  de ser y de bien; es por esto que no hace parte de la creación de Dios, el mal surge de una libre decisión de la voluntad humana.


Por último, toca el tema del tiempo y la historia; define la historia como la consideración de los sucesos humanos, por lo que el hombre se esfuerza en entenderlos, comprenderlos. El tiempo, para este filósofo, es lo que siempre acaba, la eternidad es presente total, mientras que el tiempo nunca está en un presente. Se dice que el tiempo posee tres partes: pasado, presente, y futuro; pero, para Agustín el pasado ya pasó, el futuro no ha llegado, por ende, hay que vivir el hoy, o sea, el presente. Para él lo único que existe es el presente, es en el que vivimos.

Por: Andrés R. Díaz Abril
Lic. en Filosofía e Histpria
U. G. C.

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