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martes, 5 de noviembre de 2013

Del Mito al Logos (Los Presocráticos)

Desde el principio de los tiempos el hombre se ha interrogado e interesado por el origen del mundo, de las cosas, de un ser supremo, pero sobretodo, de sí mismo. Estos grandes interrogantes se pueden clasificar como preguntas cosmológicas, teológicas y antropológicas; el hombre tiene la gran capacidad de asombrarse por las cosas, es por eso que necesita conocerlas, darles o descubrir su origen y poder explicarlas. Es así que desde el siglo IX hasta el VII a. C. (aproximadamente) se busca dar y explicar, especialmente en Grecia, la respuesta a estas preguntas expuestas anteriormente por medio del mito.

Así, el mito es un relato fantástico que cumple la función de explicar aspectos de la naturaleza o la vida, cuya función social es considerar su propia opinión y su esfuerzo de pensar una explicación del mundo, ya que se interesan por conocer su propia historia. El mito fue inevitable, dado que hay preguntas que los hombres jamás dejan sin contestar, surgen de esa manera las cosmogonías (origen del universo), antropogonías (origen del hombre) y teogonías (historia de los dioses) respondiendo de una manera primitiva, pero a la vez mágica y extraordinaria.

Un ejemplo de esto lo podemos ver en un gran poeta griego cuyo nombre es Hesíodo, que empieza en su teogonía dándole un orden al cosmos, con esto le dio origen a los dioses como explicación de los fenómenos naturales del mundo, y cómo ellos lo forman. Hesíodo quiere saber el origen de la separación de la tierra y el cielo, para ello tiene una conclusión: en el principio existía el Caos. Este titán está en medio del cielo y la tierra, era la grieta entre ellos dos para así empezar a crear las cosas que componen el mundo, es Caos esa abertura para que caiga la lluvia sobre la tierra y así fecundarla. Esto quiere decir que la idea principal de esta cosmogonía hesiódica fue la causa, el por qué, de la separación de la tierra y el cielo[1].
Otro ejemplo es el de “la manzana de la discordia”, mito mencionado por Homero en la “Ilíada”, la cual consiste en lo siguiente:

Cuenta la leyenda, que cuando Peleo y Tetis se casaron enviaron invitaciones a la fiesta para todos los dioses. Como no querían tener problemas en un día tan especial, decidieron que lo mejor sería no invitar a Eris, conocida como La Diosa de la Discordia. Eris se enojó tanto que se apareció en el banquete de bodas de todos modos. Furiosa se dirigió a la mesa donde se encontraban las diosas más hermosas: Hera, Atenea y Afrodita y arrojó una enorme manzana con una inscripción tallada que decía: "Para la más Hermosa". Hera dijo: Debe ser para mí. Pero al instante, Atenea y Afrodita también reclamaron la manzana y pusieron a Zeus como árbitro. Zeus, no quería tomar parte por ninguna de las diosas ya que sabía que por lo menos dos de ellas terminarían haciendo reclamos por su intervención o lo que es peor, enemistadas con él y decidió sacarse el problema de encima. No se le ocurrió nada mejor que enviar a las tres diosas ante el joven y hermoso Paris para que decidiera él.  Una a una las diosas fueron desfilando ante él cubriéndolo de promesas. -Prometo darte poder y riquezas si me eliges- Dijo Hera.  Atenea le prometió: -Si dices que yo soy la más bella, te otorgaré gloria en las guerras y fama por doquier. Pero, la sensual Afrodita, que era muy astuta, le ofreció la mujer más hermosa por esposa y esto lo convenció definitivamente. Afrodita obtuvo la manzana de oro y desde ese momento Hera y Atenea se convirtieron en sus peores enemigas. Afrodita, fiel a su promesa le ayudó a Paris a conseguir el amor de Helena, que se convertiría en el motivo de la famosa guerra de Troya.

Sin embargo (entre los siglos VII a V a. C.) en Grecia tuvo lugar una de las aventuras intelectuales más audaces de la humanidad, surgen unos hombres que se cuestionaron acerca de las explicaciones y/o respuestas dadas por el mito. Analizando los textos de Homero y Hesíodo se observa la figura de los dioses de una manera antropomórfica, es decir, dioses con forma de humanos, pero no solamente la forma, sino también sus actitudes; si se decía que los dioses eran perfectos y los originarios de todo lo existente en el mundo, ¿por qué se comportaban con actitudes negativas como cualquier ser humano (odio, envidia, traición)? De ese modo, se empieza a notar una total incoherencia en las explicaciones dadas por el mito.

Es en Jonia donde aparecen los primeros pensadores filosóficos, más conocidos como los presocráticos o filósofos de la naturaleza. Estos grandes pensadores quisieron dar un gran paso: pasar del mito al logos; ellos se cuestionaban acerca de lo que los poetas proponían acerca del origen del universo y de nosotros. Ellos querían dar una solución a estos problemas de una forma natural, de una forma que no fuera tan elevada e irreal.  Es por eso que proponen como principio organizador elementos naturales (agua, fuego, aire, tierra, entre otros), es decir, buscar entre lo que está en el mundo el origen del mismo, por lo cual le ponen el nombre de arjé. De eso se trata el fin de los presocráticos: buscar el arjé, el principio organizador y unificador en la naturaleza.

En resumen, “la filosofía surge cuando se comienza a abandonar el mito como explicación imaginativa de la realidad y se opta por el logos como explicación racional de la realidad”[2]. De esa manera, el logos no es otra cosa que la explicación racional de lo que nos rodea; también es, simplemente, el abandono de los componentes míticos, y pasar a la razón (a las pruebas y demostraciones).

Por otro lado, se dice que la transición del mito a la filosofía (del mito al logos) es mucho más radical: se vincula más bien con un cambio político, social y religioso y no con un cambio puramente intelectual realizado fuera de la cerrada sociedad tradicional  que se dirigía hacia una sociedad abierta, en la que los valores del pasado no poseen mucha importancia y la comunidad misma y su circunstancia expansiva generan opiniones radicalmente nuevas. Este tipo de cambio aconteció en las colonias griegas entre los siglos IX y IV a. C.

Eventualmente, podemos dividir a estos grandes pensadores en escuelas, las cuales son:
·         Escuela Jónica: Tales, Anaxímenes, Anaximandro, todos de Mileto y Heráclito.
·         Pitagóricos: Pitágoras de Samos, Filolao de Crotona,
·         Escuela de Elea: Jenófanes de Colofón, Parménides de Elea, Zenón de Elea y Meliso de Samos
·         Pluralistas: Empédocles de Agrigento, Anaxágoras de Clazomenes, Leucipo y Demócrito de Abdera, estos dos últimos fundadores del atomismo.
Ahora, Tales de Mileto fue el primer investigador o físico griego, a él se le atribuye muchos descubrimientos matemáticos y actividades astronómicas, como la predicción del eclipse en el 585 a. C. Así, a él se le atribuyen dos proposiciones: la primera, el mundo flota sobre el agua; y la segunda, el agua es el principio de todas las cosas. Tales de Mileto da esas teorías del agua ya que ella es esencial para la vida de todos los seres, es el constitutivo de las cosas.

Más adelante, Heráclito de Éfeso, cuyo principio fue el Logos, propone que todo cambia, pero no de forma anárquica sino siguiendo un orden, el cual le impone el Logos. También propone que el cosmos es formado por un flujo continuo de fuego que forma a todos los demás elementos, gracias al Logos que le impone el orden[3]. Parménides de Elea expone la afirmación del SER y el rechazo del devenir, es así que afirma que el ser es uno e infinito.

A pesar de la simplificación que representa una clasificación general, de las grandes diferencias que les separan entre sí, comparten muchos rasgos comunes: su preocupación por intentar captar, bajo la diversidad y multiplicidad de todo cuanto se nos ofrece ante nuestros sentidos, un principio explicativo de esta diversidad inteligible sólo por la razón; la preocupación, pues, por el cosmos (orden que rige todo cuanto existe) y la physis.[4]

No obstante, para concluir, ¿cómo surge este pensamiento? ¿Cómo es que nace la filosofía? ¿Cuál es ese punto de partida del pensamiento filosófico? Pues es nada más que la capacidad de ASOMBRO. Esa capacidad que sólo el hombre posee y es la que lo hace ir más allá y maravillarse del entorno que lo rodea. El hombre se ve inquietado por aquello que se escapa de su simple percepción; es de ese asombro de las cosas que lo rodean donde nace la pregunta. Es gracias a ella donde el hombre empieza a tener una cierta distancia crítica frente a la experiencia, consintiéndose la visión global de las cosas. Así, el punto de partida de la pregunta es la duda, esa duda que inundó a estos presocráticos para buscar el origen del mundo de una forma racional en la misma naturaleza.

Por: Andres R. Díaz Abril
Lic. Filosofía e Historia
U. G. C.
Bibliografía
·         Cortés Morató, Jordi  y Martínez Riu, Antoni, Diccionario de filosofía Herder, Barcelona, 1991.
·         [1] GAJATE, José. “La Filosofía en Síntesis”; editorial el BUHO; mayo de 2008; pág. 4.
·         Los Filósofos Presocráticos, “La Cosmogonía hesiódica y la separación de la tierra y el cielo”. Madrid: Gredos 1983.
·         REALE, Giovanni y ANTÍSERI, Darío. “Historia de la filosofía” Tomo 1: “Filosofía pagana antigua”. Universidad Pedagógica Nacional. Editorial San Pablo. 2007.
·         ORTIS, José Guillermo; Programa Seminario  - Presocráticos, Seminario Conciliar de Bogotá. 2009.




[1] Los Filósofos Presocráticos, “La Cosmogonía hesiódica y la separación de la tierra y el cielo”. Madrid: Gredos 1983, pp. 45 – 75.
[2] GAJATE, José. “La Filosofía en Síntesis”; editorial el BUHO; mayo de 2008; pág. 4.
[3] Los Filósofos Presocráticos, “La Cosmogonía hesiódica y la separación de la tierra y el cielo”. Madrid: Gredos 1983, pág. 194.
[4] Cortés Morató, Jordi  y Martínez Riu, Antoni, Diccionario de filosofía Herder, Barcelona, 1991.

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